viernes, 25 de marzo de 2011

Las Cruzadas

Primera Cruzada

  • Al Papa Gregorio VII se debe la idea de que los países cristianos se unieran para luchar contra el común enemigo religioso que era el Islam.
  • El Papa Urbano II (1088-1099) fue quien la puso en práctica. En 1095, la invitación a la lucha contra los turcos arribaría en embajadas francesas e inglesas a las cortes de las naciones europeas medievales más importantes: Francia, Inglaterra, Alemania y Hungría (Hungría no se unirá a las primeras cruzadas por guardar el luto de 3 años del recientemente fallecido rey San Ladislao I de Hungría (1046-1095), quien antes de morir habría aceptado participar en la campaña de Urbano II). El llamamiento formal de Urbano II se sucedió en el penúltimo día del Concilio de Clermont (Francia), jueves 27 de noviembre de 1095, proclamó, al grito de '"Dieu lo volti"'(¡Dios lo quiere!), la denominada primera cruzada (1096-1099).

[editar] El paso de los cruzados por el Reino de Hungría

La predicación de Urbano II puso en marcha en primer lugar a multitud de gente humilde, dirigida por el predicador Pedro de Amiens el Ermitaño y algunos caballeros franceses. Este grupo formó la llamada Cruzada popular, de los pobres o Cruzada de Pedro el Ermitaño. De forma desorganizada se dirigieron hacia Oriente, provocando matanzas de judíos a su paso. En marzo de 1096 los ejércitos del rey Colomán de Hungría (sobrino del recientemente fallecido rey San Ladislao I de Hungría) repelirían a los caballeros franceses de Valter Gauthier quienes entraron en territorio húngaro causando numerosos robos y matanzas en las cercanías de la ciudad de Zimony. Posteriormente entraría el ejército de Pedro de Amiens, el cual sería escoltado por las fuerzas húngaras de Colomán. Sin embargo, luego de que los cruzados de Amiens atacásen a los soldados escoltas y matásen a cerca de 4000 húngaros, los ejércitos del rey Colomán fijarían una posición hostil contra los cruzados que atravesaban el reino vía Bizancio.
A pesar del caos surgido, Colomán permitió la entrada a los ejércitos cruzados de Volkmar y Gottschalk, a quienes finalmente también tuvo que enfrentar y derrotar cerca de Nitra y Zimony, luego de que igual que los otros grupos causasen incalculables estragos y asesinatos. En el caso particular del sacerdote alemán Gottschalk, éste entró en suelo húngaro sin autorización del rey y estableció un campamento en las cercanías del asentamiento de Táplány, luego de masacrar a la población local, lo que generó la ira de Colomán, y causó la expulsión por medio de la fuerza de los soldados germánicos "invasores".
Luego de esto, los húngaros detendrían las fuerzas del Conde Emiko (quien ya había asesinado en suelo alemán a cerca de 4000 judíos) cerca de la ciudad de Moson. Colomán de inmediato prohibió la estadía en Hungría de Emiko y se vio forzado entonces a enfrentar el asedio del conde germánico a la ciudad de Moson, donde se hallaba el rey húngaro. Las fuerzas de Colomán defendieron valientemente la ciudad y rompiendo el sitio lograron dispersar las fuerzas cruzadas del conde germánico.
Al poco tiempo, el rey húngaro forzó a Godofredo de Bouillón a firmar un tratado en la Abadía de Pannonhalma, donde los cruzados se comprometían a pasar por el territorio húngaro con un buen comportamiento. Tras esto, las fuerzas continuarían fuera de territorios húngaro escoltadas por los ejércitos de Colomán y continuarían hacia Constantinopla. A su llegada a Bizancio, el Basileus se apresuró a enviarlos al otro lado del Bósforo. Despreocupadamente se internaron en territorio turco, donde fueron aniquilados con facilidad.

[editar] La Cruzada de los Príncipes

Mucho más organizada fue la llamada Cruzada de los Príncipes (denominada habitualmente en la historiografía como la Primera Cruzada) cerca de agosto de 1096, formada por una serie de contingentes armados procedentes principalmente de Francia, Países Bajos y el reino normando de Sicilia. Estos grupos iban dirigidos por segundones de la nobleza, como Godofredo de Bouillón, Raimundo de Tolosa y Bohemundo de Tarento.
Durante su estancia en Constantinopla, estos jefes juraron devolver al Imperio Bizantino aquellos territorios perdidos por éste frente a los turcos. Desde Bizancio se dirigieron hacia Siria atravesando el territorio selyúcida, donde consiguieron una serie de sorprendentes victorias. Ya en Siria, pusieron sitio a Antioquía, que conquistaron tras un asedio de siete meses. Sin embargo, no la devolvieron al Imperio Bizantino, sino que Bohemundo la retuvo para sí formando el Principado de Antioquía.
Desde Antioquía se dirigieron hacia Jerusalén, conquistando algunas plazas por el camino y sorteando otras. En junio de 1099 sitiaron la capital, que cayó en manos de los cruzados el 15 de julio de 1099. En la conquista, los cruzados realizaron una terrible matanza, que no respetó a judíos ni a musulmanes, mujeres o niños.
Con esta conquista finalizó la Primera Cruzada, y muchos cruzados retornaron a sus países de origen. El resto se quedó para consolidar los territorios recién conquistados. Junto al Reino de Jerusalén (dirigido inicialmente por Godofredo de Bouillón, que tomó el título de Defensor del Santo Sepulcro) y al principado de Antioquía, se crearon además los condados de Edesa (actual Urfa, en Turquía) y Trípoli (en el actual Líbano).
Tras estos éxitos iniciales se produjo una nueva oleada de cruzados, que formaron la llamada cruzada de 1101. Sin embargo, esta expedición, dividida en tres grupos, fue derrotada por los turcos mientras atravesaban Anatolia. Este percance apagó los espíritus cruzados durante algunos años.

 Segunda Cruzada


Divisiones políticas de la zona en torno a 1140.
Gracias a la división de los Estados musulmanes, los Estados latinos (o francos, como eran conocidos por los árabes), consiguieron establecerse y sobrevivir. Los dos primeros reyes de Jerusalén, Balduino I y Balduino II fueron gobernantes capaces que extendieron el reino a toda la tierra entre el Mediterráneo y el Jordán, e incluso más allá. Rápidamente se integraron en el cambiante sistema de alianzas locales y así pudieron verse enfrentamientos entre la alianza de un Estado cristiano con uno musulmán contra la alianza de otro Estado cristiano con otro Estado musulmán.
Sin embargo, a medida que el espíritu de cruzada iba decayendo entre los francos, cada vez más cómodos en su nuevo estilo de vida orientalizante, entre los musulmanes iba creciendo el espíritu de jihad o Guerra Santa, principalmente entre la población, movilizada por los predicadores contra sus impíos gobernantes, capaces de tolerar la presencia cristiana en Jerusalén e incluso de aliarse con sus reyes. Este sentimiento fue explotado por una serie de caudillos que consiguieron unificar los distintos Estados musulmanes y lanzarse a la conquista de los reinos cristianos.
El primero de estos fue Zengi, gobernador de Mosul y de Alepo, que en 1144 conquistó Edesa, liquidando el primero de los Estados francos. Como respuesta a esta conquista, que puso de manifiesto la debilidad de los Estados cruzados, el Papa Eugenio III, a través de Bernardo, abad de Claraval (famoso predicador, autor asimismo de la regla de los templarios) predicó en diciembre de 1145 la Segunda Cruzada.
A diferencia de la primera, en esta participaron reyes de la cristiandad, encabezados por Luis VII de Francia (acompañado de su esposa, Leonor de Aquitania) y por el emperador germánico Conrado III. Los desacuerdos entre franceses y alemanes, así como con los bizantinos, fueron constantes en toda la expedición. Cuando ambos reyes llegaron a Tierra Santa (por separado) decidieron que Edesa era un objetivo poco importante y marcharon hacia Jerusalén. Desde allí, para desesperación del rey Balduino III, en lugar de enfrentarse a Nur al-Din (hijo y sucesor de Zengi), eligieron atacar Damasco, estado independiente y aliado del rey de Jerusalén. La expedición fue un fracaso, ya que tras sólo una semana de asedio infructuoso, los ejércitos cruzados se retiraron y volvieron a sus patrias. Con este ataque inútil consiguieron que Damasco cayera en manos de Nur al-Din, que progresivamente iba cercando los Estados francos. Más tarde, el ataque por parte de Balduino II a Egipto iba a provocar la intervención de Nur al-Din en la frontera sur del reino de Jerusalén, preparando el camino para el fin del reino y la convocatoria de la Tercera Cruzada.

 Tercera Cruzada

Las intromisiones del Reino de Jerusalén en el decadente califato fatimí de Egipto llevaron al sultán Nur al-Din a mandar a su lugarteniente Saladino a hacerse cargo de la situación. No hizo falta mucho tiempo para que Saladino se convirtiera en el amo de Egipto, aunque hasta la muerte de Nur al-Din en 1174 respetó la soberanía de éste. Pero tras su muerte, Saladino se proclamó sultán de Egipto (a pesar de que había un heredero al trono de Nur al-Din, su hijo de sólo 12 años y quien a la postre resultó envenenado) y de Siria, dando comienzo la dinastía ayyubí. Saladino era un hombre sabio y logró la absoluta unión de las facciones musulmanas, así como el control político y militar desde Egipto hasta Siria.
Como Nur al-Din, Saladino era un musulmán devoto y decidido a expulsar a los cruzados de Tierra Santa. El Reino de Jerusalén, regido por el Rey Leproso, Balduino IV de Jerusalén, y rodeado ya por un sólo Estado, se vio obligado a firmar frágiles treguas seguidas por escaramuzas, tratando de retrasar el inevitable final.
Tras la muerte del rey Balduino IV de Jerusalén, el Estado se dividió en distintas facciones, pacifistas o belicosas, y pasó a convertirse en rey, debido al enlace matrimonial que mantenía con la hermana del fallecido patriarca, el general en jefe del ejército unido de Jerusalén: Guy de Lusignan. El mismo apoyaba una política agresiva y de no negociación con los sarracenos y abogaba por su sometimiento y derrota en combate, cosa a la que sus detractores se oponían habida cuenta de la inferioridad numérica que los cristianos tenían ante las tropas de Saladino. La radicalidad religiosa y el apoyo al brazo más radical de la orden de los Templarios en sus ataques a diversas localidades y estructuras sarracenas desembocarían en un enfrentamiento final entre Guy de Lusignan y el propio Saladino. De hecho, se hace culpable a Guy de lusignan de la derrota y pérdida de Jerusalén por su obsesión en enfrentarse al ejército de Saladino y su falta de visión para la protección de la ciudad y de sus habitantes.

Krak de los Caballeros. Esta fortaleza, considerada inexpugnable, controlaba el paso del interior de Siria a la costa y estuvo bajo el mando de los Caballeros Hospitalarios hasta 1271, cuando perdidos los territorios cristianos, se les permitió la salida de sus caballeros a Chipre.
Reinaldo de Châtillon era un bandido con título de caballero que no se consideraba atado por las treguas firmadas. Saqueaba las caravanas e incluso armó expediciones de piratas para atacar a los barcos de peregrinos que iban a La Meca, ciudad muy importante para los musulmanes. El ataque definitivo fue contra una caravana en la que iba la hermana de Saladino, que juró matarlo con sus propias manos.
Declarada la guerra, el grueso del ejército cruzado, junto con los Templarios y los Hospitalarios, se enfrentó a las tropas de Saladino en los Cuernos de Hattin el 4 de julio de 1187. Los ejércitos cristianos fueron derrotados, dejando el reino indefenso y perdiendo uno de los fragmentos de la Vera Cruz. Saladino mató con sus propias manos a Reinaldo de Châtillon. Algunos de los caballeros Templarios y Hospitalarios capturados fueron también ejecutados. Saladino procedió a ocupar la mayor parte del reino, salvo las plazas costeras, abastecidas desde el mar, y en octubre del mismo año conquistó Jerusalén. Comparada con la toma de 1099, esta fue casi incruenta, aunque sus habitantes debieron pagar un considerable rescate y algunos fueron esclavizados. El reino de Jerusalén había desaparecido.
La toma de Jerusalén conmocionó a Europa y el papa Gregorio VIII convocó una nueva cruzada en 1189. En esta participaron reyes de los más importantes de la cristiandad: Ricardo Corazón de León (hijo de Enrique II y de Leonor de Aquitania), Felipe II Augusto de Francia y el emperador Federico I Barbarroja (sobrino de Conrado III). Éste último, al mando del grupo más poderoso, siguió la ruta terrestre, en la que sufrió algunas bajas. Cerca de Siria, sin embargo, el emperador murió ahogado mientras se bañaba en el río Salef (en la actual Turquía) y su ejército ya no continuó hacia Palestina. Barbaroja durante su estadía en el Reino de Hungría le había pedido al príncipe Géza, hermano del rey Béla III de Hungría que se uniése a las fuerzas cruzadas, así, un ejército de 2.000 soldados húngaros partió al lado de los germánicos. Si bien luego de los conflictos bélicos el rey húngaro habría llamado de regreso a sus fuerzas, su hermano menor, Géza, permaneció en Constantinopla y desposó a una noble bizantina, puesto que no tenía buenas relaciones con Béla III.
Los ejércitos inglés y francés llegaron por la ruta marítima. Su primer (y único) éxito fue la toma de Acre el 13 de julio de 1191, tras la cual Ricardo realizó una matanza de varios miles de prisioneros. Esta matanza militarmente le dio oxígeno para seguir hacia el sur a su meta final: Jerusalén, y además le valió el nombre por el que sería reconocido en la historia, Corazón de León.
Felipe II Augusto estaba preocupado por los problemas en su país y molesto por las rivalidades con Ricardo, por lo que regresó a Francia, dejando a Ricardo al mando de la cruzada. Este llegó hasta las proximidades de Jerusalén, pero en lugar de atacar prefirió firmar una tregua con Saladino, temiendo que su ejército diezmado de 12.000 hombres no fuera capaz de sostener el sitio de Jerusalén. Pensando en una próxima cruzada y en no arriesgar militarmente una derrota que no le daría a los cristianos la posibilidad del control posterior de la Ciudad Santa, pactaron con el mismo Saladino, quien también estaba cansado y diezmado, la tregua que permitía el libre acceso de los peregrinos desarmados a la Ciudad Santa.
Saladino falleció seis meses después. Ricardo murió en 1199 por una flecha a su regreso a Europa. De esta forma, se cerraba la Tercera Cruzada con un nuevo fracaso para los dos bandos, dejando sin esperanzas a los Estados francos. Era cuestión de tiempo para que desapareciera la estrecha franja litoral que controlaban. Sin embargo, resistieron aún un siglo más.
Cuarta Cruzada

Fortalezas templarias.
Artículo principal: Cuarta Cruzada
Tras la tregua firmada en la Tercera Cruzada y la muerte de Saladino en 1193, se sucedieron algunos años de relativa paz, en los que los Estados francos del litoral se convirtieron en poco más que colonias comerciales italianas. En 1199, el Papa Inocencio III decidió convocar una nueva cruzada para aliviar la situación de los Estados cruzados. Esta Cuarta Cruzada no debería incluir reyes e ir dirigida contra Egipto, considerado el punto más débil de los estados musulmanes.
Al no ser ya posible la ruta terrestre, los cruzados debían tomar la ruta marítima, por lo que se concentraron en Venecia. El dux Enrico Dandolo se coaligó con el jefe de la expedición Bonifacio de Montferrato y con un usurpador bizantino, Alejo IV Ángelo para cambiar el destino de la cruzada y dirigirla contra Constantinopla, al estar los tres interesados en la deposición del basileus del momento, Alejo III Ángelo.
Inicialmente, los cruzados fueron empleados para luchar contra los húngaros en Zara, por lo que fueron excomulgados por el Papa. Desde allí se dirigieron hacia Bizancio, donde consiguieron instalar a Alejo IV como basileus en 1203. Sin embargo, el nuevo basileus no pudo cumplir las promesas hechas a los cruzados, lo que originó toda clase de disturbios. Fue depuesto por los propios bizantinos, que coronaron a Alejo V Ducas. Esto provocó la intervención definitiva de los cruzados, que conquistaron la ciudad el 12 de abril de 1204. El saqueo de la ciudad fue terrible. Miles de cristianos (incluyendo mujeres y niños) fueron asesinados por los cruzados. Desvalijaron y destruyeron mansiones, palacios, iglesias y la propia basílica de Santa Sofía. Europa occidental recibió un aluvión de obras de arte y reliquias sin precedentes, producto de este saqueo.
Con ello llegaba a su fin el Imperio Bizantino, que se desmembró en una serie de Estados, algunos latinos y otros griegos. De éstos, el llamado Imperio de Nicea conseguiría restaurar una sombra del Imperio Bizantino en 1261.
Los cruzados establecieron el llamado Imperio Latino, organizado feudalmente y con una autoridad muy débil sobre la mayoría de los territorios que supuestamente controlaba (y nula sobre los Estados griegos de Nicea, Trebisonda y Epiro).
La Cuarta Cruzada asestó un doble golpe a los Estados francos de Palestina. Por un lado, les privó de refuerzos militares. Por otro, al crear un polo de atracción en Constantinopla para los caballeros latinos, produjo la emigración de muchos que estaban en Tierra Santa hacia el Imperio Latino, abandonando los Estados francos.

 Las cruzadas menores

Tras el fracaso de la cuarta, el espíritu cruzado se había apagado casi por completo, pese al interés de algunos papas y reyes por reavivarlo. Si los Estados francos sobrevivieron hasta 1291 fue por la intervención de los mongoles que ,al acabar con el califato Abbasí en 1258 y conquistar la región de Oriente Medio, dieron un respiro a los latinos, al no ser los mongoles hostiles al cristianismo.
La convicción de que los reiterados fracasos se debían a la falta de inocencia de los cruzados, llevó a la conclusión de que sólo los puros podrían reconquistar Jerusalén. En 1212 un predicador de 12 años organizó la llamada cruzada de los niños, en la que miles de niños y jóvenes recorrieron Francia y embarcaron en sus puertos para ir a liberar Tierra Santa. Fueron capturados por capitanes desaprensivos y vendidos como esclavos. Tan sólo algunos consiguieron regresar al cabo de los años. El cuento era popular en la Edad Media, pero la mayoría de los historiadores creen que este cuento se exagera, o que es un mito.

 Quinta Cruzada

Artículo principal: Quinta Cruzada
La V Cruzada fue proclamada por Inocencio III en 1213 y partió en 1218 bajo los auspicios de Honorio III, uniendóse al rey cruzado Andrés II de Hungría, quien llevó hacia oriente el ejército más grande en toda la Historia de las Cruzadas. Como la IV Cruzada, tenía como objetivo conquistar Egipto. Tras el éxito inicial de la conquista de Damieta en la desembocadura del Nilo, que aseguraba la supervivencia de los Estados francos, a los cruzados les pudo la ambición e intentaron atacar El Cairo, fracasando y debiendo abandonar incluso lo que habían conquistado, en 1221. Sexta Cruzada
Artículo principal: 
La organización de la VI Cruzada fue un tanto rocambolesca. El papa había ordenado al emperador Federico II Hohenstaufen que fuera a las cruzadas como penitencia. El emperador había asentido, pero había ido demorando la partida, lo que le valió la excomunión. Finalmente, Federico II (que tenía pretensiones propias sobre el trono de Jerusalén) partió en 1228 sin el permiso papal. Sorprendentemente, el emperador consiguió recuperar Jerusalén mediante un acuerdo diplomático. Se autoproclamó rey de Jerusalén en 1229 y también obtuvo Belén y Nazaret.

 Séptima Cruzada

Artículo principal: Séptima Cruzada
En 1244 volvió a caer Jerusalén (esta vez de forma definitiva), lo que movió al devoto rey Luis IX de Francia (San Luis) a organizar una nueva cruzada, la Séptima. Como en la V, se dirigió contra Damieta, pero fue derrotado y hecho prisionero en Mansura (Egipto) con todo su ejército.

Octava Cruzada

Artículo principal: Octava Cruzada
Vuelto a Francia, el mismo rey emprendió la llamada VIII Cruzada (1269) contra Túnez, aunque en realidad era un peón en los intereses de su hermano Carlos de Anjou rey de Nápoles, que quería evitar la competencia de los mercaderes tunecinos. La peste acabó con el rey Luis y gran parte de su ejército en Túnez (1270).
Aunque algunos papas intentaron predicar nuevas cruzadas, ya no se organizaron más y, en 1291, los cruzados evacuaron sus últimas posesiones en Tiro, Sidón y Beirut tras la caída de San Juan de Acre. A fin de cuentas, el único triunfo relevante de la Cristiandad durante los dos siglos de más de ocho cruzadas fue la toma de Jerusalén por Godofredo de Bouillon en la primera cruzada en el año 1099, la cual, a pesar de las innumerables matanzas de sarracenos, judíos (hombres, mujeres y niños), logró sostener la Ciudad Santa por muchos años, y encontró los objetivos marcados inicialmente por los defensores de la idea de reconquistar la tierra llamada santa para los cristianos de Europa.
                                                        










 

jueves, 24 de marzo de 2011

Robin Hood

Historia

Robin era un nombre que los paganos daban generalmente a los seres sobrenaturales, y el color verde, que era el que distinguía la vestimenta del héroe, es el color tradicional atribuido al espíritu del bosque.  
También está extendida la teoría según la cual Robin Hood era sencillamente uno de los personajes de las antiguas ceremonias del primer día de mayo, que a través de los años pasó a ser primero una leyenda y luego un presunto personaje histórico. Sin embargo, las pruebas documentales indican que entre los siglos XIII y XIV un hombre llamado Robin Hood vivió enWakefield, en el condado de York; él puede haber sido el proscrito de la romántica leyenda. Robin Hood (cuyo nombre de bautismo era Roberto) nació alrededor de 1290; su padre, Adam Hood, era un guardabosque al servicio de John, conde de Warenne y lord del señorío de Wakefield.  
En 1322, el amo del país de Robin era Thomas, conde de Lancaster. Robin se ocultó en el bosque de Barnsdale, que en esa época cubría unos 48 kilómetros cuadrados y terminaba uniéndose al bosque de Sherwood, que ocupaba otros 40 kilómetros cuadrados en el condado de Nottingham. Los bosques estaban atravesados por la Gran Ruta del Norte, construida por los romanos; esa ruta proporcionaba pingües ganancias a los ladrones de caminos. En esta región nació la leyenda de Robin Hood.  
Los proscritos le contestaron con toda calma que no los molestase, porque estaban a punto de cenar, entonces el obispo de Nereford ordenó a los guardias de su escolta que apresaran a Robin Hood y los suyos. En Barnsdale y Sherwood hay otros nobles vinculados a Robin Hood y su banda: del llamado Árbol Central, a mitad de camino entre Thoresby y Welbeck, se dice que constituía el punto desde el cual surgía la red de caminos secretos de Robin Hood, que se extendía por todo el bosque.
 Pero el árbol más famoso es el Roble Mayor, en Birkland. Entre las anécdotas que se han transmitido a lo largo de los siglos acerca de la valentía de Robin Hood, figura la visita que Robin, acompañado de su íntimo amigo Pequeño John hizo a la abadía de Abbey. Los campos donde cayeron las flechas fueron llamados desde entonces Cercado de Robin Hood y Cercado de Pequeño John.  
Pequeño John, segundo de Robin, recibió su irónico apodo a causa de su gran estatura. Robin y sus hombres se hicieron célebres, entre otras razones, porque desplegaron una actividad incesante en un territorio muy amplio.  
La bahía de Robin Hood, que dista muchos kilómetros de las costas del condado de York, fue bautizada así en recuerdo del proscrito, cuya banda tenía fondeadas allí  numerosas barcas, que utilizaba para pescar y, eventualmente, para huir de las autoridades. Durante uno de sus viajes, Robin visitó la iglesia de St. Robin echó mano a su espada y, antes de ser capturado, mató a 12 soldados.
Pero lo que transformó a Robin Hood en un héroe popular fue su defensa de los desamparados. Uno de los más célebres relatos surgidos de los robledales de Shetwood, es la leyenda sobre el encuentro de Robin Hood con el rey Eduardo II. Narra que el rey, al saber que el número de ciervos reales de Whetwood disminuía debido al apetito de Robin Hood y su banda, decidió limpiar de proscritos el bosque. Cuando encontraron a Robin Hood y a parte de su banda, éstos les exigieron dinero; el rey les dio 40 libras y afirmó que eso era todo lo que tenía.  
Robin tomó entonces 20 libras para distribuir entre sus hombres y devolvió las otras 20 al rey. En ese momento, Eduardo II mostró a Robin el sello real y comunicó al proscrito que el rey quería verlo en Nottingham; Robin pidió a sus hombres que se arrodillaran ante el sello real y juraran fidelidad al rey.  
El nombre de Robin Hood aparece meses después, en 1324, en los registros de la casa de Eduardo II. Allí figuran constancias de los salarios que se pagaron a Robin hasta noviembre de ese mismo año. A partir de esa fecha, el nombre de Robin desaparece de los documentos oficiales para sumergirse nuevamente en el folklore. Es posible que, después de disfrutar durante tanto tiempo de la libertad en el bosque, Robin fuera incapaz de ponerse al servicio de nadie, ni siquiera de su rey.  
Las aventuras de Robin Hood en los bosques continuaron hasta cerca de 1346; se dice que murió en ese año, en el monasterio de Kirkiees 
La historia termina cuando Robin Hood consigue hacer sonar por última vez su cuerno de caza, aportado por su fiel compañero, Pequeño John. Antes de morir, Robin disparó una flecha desde la ventana de su habitación, en dirección al bosque, y pidió que lo enterraran en el sitio donde la flecha hubiese caído. Aún hoy es posible ver el sitio que Robin eligió como tumba. La de Robin Hood es una historia romántica, que se ha mantenido viva y ha sido narrada y vuelta a narrar durante 600 años.  

Personajes
Robin Hood 
• Lady Kluck 
Imagenes

La Inquicision

Origen

En los comienzos de la Iglesia la pena habitual por herejía era la excomunión. Cuando los emperadores romanos convierten el cristianismo en religión estatal en el siglo IV, los herejes empiezan a considerarse enemigos del Estado. En su momento San Agustín aprobó con reservas la acción del Estado contra los herejes, aunque la Iglesia en general desaprobaba en ese momento los castigos físicos.
En respuesta al resurgimiento de la herejía de forma organizada, se produce en el siglo XII en el sur de Francia un cambio de opinión dirigida contra la doctrina albigense, la cual no coincidía con los puntos de vista de la Iglesia católica con relación al matrimonio y otras instituciones de la sociedad. Como reacción, el papa Inocencio III organizó una cruzada contra los albigenses promulgando una legislación punitiva contra ellos. Sin embargo, los esfuerzos iniciales destinados a someter la herejía no estuvieron bien coordinados y fueron ineficaces.
Historia

Inquisición medieval



Aunque el procedimiento inquisitorial como medio para combatir la herejía es una práctica antigua de la Iglesia católica, la Inquisición medieval fue establecida en 1184 mediante labula del papa Lucio III Ad abolendam, como un instrumento para acabar con la herejíacátara. Fue el embrión del cual nacería el Tribunal de la Santa Inquisición y del Santo Oficio. El castigo físico a los herejes fue asignado a los laicos. Mediante esta bula, se exigía a los obispos que interviniesen activamente para extirpar la herejía y se les otorgaba la potestad de juzgar y condenar a los herejes de su diócesis.


En las siguientes décadas, el proceso de la Inquisición resultó intermitente y contradictorio en muchas ocasiones. Un ejemplo vivo fue el caso del primer director de la Inquisición de HungríaPaulus Hungarus, quien defendió a los chamanes paganos húngaros valiéndose de su gran influencia con el Papa Inocencio III, e inclusive aseguró que estos al adorar al sol adoraban al ente supremo que era el mismo Dios, así que no hallaba razón para condenar a la gente. Paulus Hungarus fue uno de los primeros monjes dominicos, quien escribió importantes documentos como la Suma de poenitentiae, tendiendo las bases de la nueva orden a petición de Domingo de Guzmán. Sin embargo, Paulus fue destituído y reemplazado por un religioso más estricto cerca de 1232, luego de iniciada propiamente la Santa Inquisición.2
En su primera etapa (hasta 1230), se denomina oficialmente "Inquisición episcopal" porque no dependía de una autoridad central, sino que era administrada por los obispos locales. En 1231, ante el fracaso de la Inquisición episcopal, Gregorio IX creó mediante la bulaExcommunicamus la "Inquisición pontificia", dirigida directamente por el Papa y dominada por órdenes mendicantes, especialmente losdominicos. El hecho de que religiosos bajo el control directo del Papa tuvieran a su cargo los tribunales, fue un freno a su expansión, ya que algunos obispos no querían ver limitado su poder en una diócesis por la presencia de estos organismos papales.3
En 1252, el papa Inocencio IV autorizó en la bula Ad extirpanda el uso de la tortura para obtener la confesión de los reos. Se recomendaba a los torturadores no se excedieran hasta el punto de mutilar al reo o finiquitarlos. Las penas eran variables. Los que se negaban a abjurar, "herejes relapsos", eran entregados al brazo secular para la ejecución de la pena de muerte.
La Inquisición pontificia funcionó sobre todo en el sur de Francia y en el norte de Italia. En España, existió en la Corona de Aragón desde 1249, pero no en la de Castilla.
Torturas
Se trataba de objetos que se le colocaban al reo para humillarle ante los ciudadanos; éste era insultado y maltratado por la muchedumbre mientras el verdugo multiplicaba su tormento, de distintas maneras, según cuál fuera el instrumento que se impusiera. Estos instrumentos de condena se imponían por las causas menos graves, como desobediencia, desorden público, a los vagos, borrachos y a quienes no cumplían con sus obligaciones religiosas.
  • Un ejemplo de este tipo de tortura es la flauta del alborotador: en este instrumento, hecho de hierro, el collar se cerraba fuertemente al cuello de la víctima, sus dedos eran aprisionados con mayor o menor fuerza, a voluntad del verdugo, llegando a aplastar la carne, huesos y articulaciones de los dedos.

Imágenes de El Cid

El Cid Historia y Leyenda

Resumen Historia

En el poblado de Vivar, a unos kilómetros de Castilla, nació Rodrigo Díaz de Vivar en el año 1043. Su padre Diego Laínez descendía de Laín Calvo, antiguo juez de Castilla. Rodrigo no pertenecía a la nobleza, sin embargo su familia era muy respetada. Huérfano a muy corta edad, vivió con la familia real de Castilla. Sobresalió en caballería, letras y derecho. En 1063 lo nombra caballero el infante Sancho. Ese año combatió al rey Ramiro I de Aragón, apoyando a Muqtadir de Zaragoza. El 28 de Octubre de 1065 dona el monasterio de Arlanza.
Cuando Sancho sube al trono, Rodrigo es nombrado Alférez real. Luchó contra el caballero navarro Jimeno Garcés, por la posesión total del poblado de Pazuengos. Este triunfo le daría el sobrenombre de “Campeador”, que significa vencedor. El término “Cid” es de origen árabe y significa señor.
Causó desgracia política a Alfonso VI, rey de León, en las batallas de Llantada y Golpejera. Su valor hizo énfasis en el cerco de Zamora, y, como una muestra más de su fidelidad y amor a su rey, escoltó su cadáver al monasterio de Oña. Su suerte cambió con el nuevo monarca Alfonso VI, quien se sentía incómodo al recibir al que lo venció en Golpejera. Esto hizo molesta la permanencia de Rodrigo en la corte Castellana.
A pesar de todo Rodrigo, se beneficia a Ximena Díaz, sobrina del mismísimo Alfonso VI, la boda fue posiblemente el 19 de Julio de 1074. El matrimonio fue un acto interesado que “respondía a la idea de fomentar la compenetración de castellanos y leonenses”. En 1075 acompañó al rey a un viaje a Asturias, patria de Ximena, y en Oviedo apoyo la apertura del arca de las reliquias, veneradas en San Salvador. Después nace su hijo Diego, para conmemorar este evento, el rey, le otorgó el hacer libres todas las heredades de Rodrigo.
García Ordóñez, principal adversario de Rodrigo, lo sustituyó en su cargo y más tarde Ordóñez es nombrado Conde de Nájera. Ordóñez se casa con una hermana del rey asesinado de Navarra, con la misma razón de la boda de Rodrigo.
El primer choque de estos dos personajes fue en un viaje del Cid a Sevilla para cobrar las parias que el rey moro Al-Mutamid debía pagar.
Rodrigo llegó a Sevilla, lugar sitiado por el rey moro de Granada, hombre de poco carácter y débil, que tenía a su servicio a un gran ejército cristiano. Entre los caballeros cristianos se encontraba el Conde de Nájera. Rodrigo escribió una carta en la que explicó al de granada que no atacará Sevilla. Haciendo caso omiso a la petición, invadieron Sevilla desatando una feroz contienda, saliendo victorioso el de Vivar y tomando de prisioneros a varios caballeros castellanos, entre ellos el arrogante Conde de Nájera. Partió entonces a Burgos en 1080. Su victoria causó malestar a la corte y para el rey Alfonso contrariedad la derrota y afrenta de su alférez. García Ordóñez busco entonces la venganza.
Pronto halló la forma de castigar al castellano. Los moros atacaron por sorpresa la fortaleza de Gormaz y el Cid enfurecido invadió el reino de Toledo. Esto desagradó mucho al rey Alfonso VI, ya que el rey moro Al-Qadir era fiel protegido y amigo, y el Cid no debió atacar este territorio. Sintiéndose ofendido, acordó el destierro de este último.
Ya en Vivar, situada en Burgos, Alfonso VI, le da nueve días al Cid, para abandonar tierras castellanas. Rodrigo ya en su casa de Vivar reúne a sus vasallos y amigos, para saber quien esta dispuesto a ir con el. Entonces dice:
  • Dios os pague a aquellos que queráis seguirme; y los que aquí queden, me quisiera despedir como un buen amigo.
Después el silencio invade la estancia. Minaya Alvar Fáñez, se pone de pie y le responde:
  • Noble y querido Rodrigo, a quien llaman Cid, contigo partiremos fieles y leales. En tu servicio han de emplearse todo lo nuestro... caballos, ropa y dinero que tenemos. Contigo iremos por caminos y veredas, en los triunfos y en las desgracias.
Los amigos de Rodrigo, sus fieles servidores claman:
  • ¡Cid! ¡Cid!
Rodrigo con voz inflexible grita: -¡En marcha!
Faltando un poco para partir el Cid mira su solar, casa y palacio y llora con tristeza. Al frente de todos observa al volver la cabeza a Vivar su señorío. Se dirigen a Burgos. En esta se acerca Minaya a Rodrigo y el Cid exclama:
  • Querido Alvar Fáñez ¡Alabado sea Dios de tenerte a mi lado! A esto me han reducido mis enemigos.
Ya en el río Arlanzón una corneja vuela por el lado derecho del camino y Rodrigo exclama:
  • ¡Albricias, Minaya, nos han desterrado pero volveremos con honra a Castilla!
El Cid ha llegado a Burgos, ubicada a la ribera del río Arlanzón, ciudad valiente en donde se mezclan la mesura, la gravedad, la altivez y la religión. Ciudad de arte y nobleza. Burgos recibe al Cid y los suyos hosca, inquieta. Cuando Rodrigo la atraviesa, los burgaleses se asoman por las ventanas, afligidos y llorosos, todos diciendo lo mismo:
  • ¡Oh dios que buen vasallo, si tuviese buen señor!
Pero nadie se atreve. El rey ha prohibido la ayuda, aquel que lo ayudase, perderá todos sus bienes e incluso los ojos. Rodrigo se encamina a su mesón, pero la puerta está cerrada. Entonces el Cid mueve a Babieca su caballo y sacando el pie del estribo golpea fuertemente la puerta. La puerta se abre y del umbral sale una niña de unos nueve años, ojos azules, rizos dorados y tez blanca. Con miedo pero sobreponiéndose a la situación, le dice:
  • Campeador, que en buena hora ceñiste tu espada. Para nuestra desgracia y la tuya no podemos recibirte, porque está prohibido. Por favor vete buen Cid sigue tu camino.
Al terminar los ojos de la niña se empañan y con voz quebradiza, vuelve a decir:
  • Vete buen Cid, que con nuestro mal no ganarás nada.
Rodrigo comprende todo y pide a sus compañeros que den marcha atrás. Se dirigen a la ribera del río Alarzón en donde les cae la noche. Todos en el campamento tienen hambre y sed. Poca comunicación hay entre los desterrados. En eso en las sombras de la noche se acerca alguien. Es Martín Antolinez, quien pide hablar con Rodrigo, cuando éste llega le dice:
  • Señor Rodrigo, vengo a darte pan y vino que tu gente necesita, son de mi cosecha.
Rodrigo con gozo dice:
  • Martín Antolinez ¡Sois una lanza valiente!
En el campamento una modesta alegría reina. El Cid no tenía dinero. Piensa empeñar dos arcones de cuero bermejo y clavos de oro que llenan de arena. Martín busca a dos judíos llamados Raquel y Vidas, quienes hacen negocio prestando 600 marcos, 300 de plata y 300 de oro.
Antes que amaneciera el Cid y los suyos emprendieron su marcha hacia el monasterio de San Pedro de Cárdena. Martín regresó a Burgos y el Cid picando espuelas tomo el camino a Fuente Blancas, donde se encuentra el monasterio, situado al fondo de un amplio valle.
Sobre su origen hay muchas versiones como que es la ciudad romana de Cardon. Pero otros su nombre alude a los cardos, abundantes en esta región, y de donde tomó el escudo que ostenta el monasterio. Hechos notables han sucedido en sus paredes, como el martirio de los doscientos santos y su abad San Esteban.
La famosa abadía ha tenido épocas de florecimiento; una de las importantes fue durante los siglos XI al XV. Toda su fama y prestigio adquirido por el martirio, el Cid logró aumentarla, difundiendo su vitalidad por toda España.
Los monjes del monasterio reciben con cariño a Rodrigo y los suyos. Es de mañana llaman a la puerta y el abad Sancho se pone alegre. Fueron tantas las atenciones que Rodrigo exclamó:
  • Gracias señor abad, estoy contento de vos.
En este lugar el Cid dejó a su esposa Ximena y sus dos hijas; Elvira y Sol.
Ante tan generoso comportamiento, da gracias al abad y le entrega cien marcos, para el cuidado de su familia, prometiéndole que recibirá cuatro veces más de lo que gaste en ellas.
Siguiendo la antigua calzada de Quinea, entre los poblados de Osna y Tiernes, siguieron el camino de la pequeña aldea de Navasdepalos, cruzaron el río Duero y descansaron e Figuerela. Eran los límites de Castilla, la frontera cristiano-musulmán estaba cerca. Había seguido el Cid el camino de los montes, donde se encuentra Miedes de Atienza. Hicieron un alto en la sierra de Miedes y vieron las torres de Atienza, fortaleza propiedad de los moros. Los límites donde gobernaba Alfonso VI eran dejados atrás.
La noche caerá pronto. El Cid y sus acompañantes pronto descansarán. Rodrigo despide a Minaya y a los demás caballeros y se recoge. Al poco tiempo en un sueño, allá en los cielos, el ángel San Gabriel le dice:
Cabalga buen Cid, cabalga; cabalga, campeador,
que nunca en tan buena hora ha cabalgado varón.
Bien irán las cosas tuyas mientras vida te de Dios.
Siguiendo la ruta del destierro pasamos por Hita y Guadalajara. Hita es una pequeña aldea casi despoblada ubicada en un cerro, con un sabor evocador que recuerda su pasado. Guadalajara situada en uno de los más pobres y desolados lugares de la agreste campiña castellana. Su nombre es musulmán y quiere decir entre piedras.
Dejaron atrás Hita y Guadalajara donde sacaron cuantiosos botines, siguieron rumbo a Molina recibidos por Aben Galbón.
Llegaron el Cid y los suyos al Balcon de Alcarría, hermoso valle donde se encuentra Castejón de Henares. Todos se encuentran fatigados, pero tiene al frente un baluarte musulmán. Entrando por sorpresa a la villa, se apoderan de la fortaleza y sus riquezas. El Cid llama a Minaya al que ofrece gran parte del botín, pero lo rechaza. Castejón aunque instalado en el sitio más alto de Alcarría, no es lugar seguro, pues ls tropas del rey Alfonso Vi pueden atacarle.
Como el botín es bastante grande, reparte a cada uno de los caballeros, cien marcos de plata y cincuenta a los de pie. Y lo demás lo vende a los moros. Castejón no sufre ningún daño y otorga la libertad a cien moros y otros tantos moricas.
Nuevamente el Cid y los suyos continuan su camino. Legan a Alcocer, sitio de olivos que riega el río Jalón. Las cuevas de Anguita, Medinaceli, de donde se cree que sea oriundo el autor del poema del mio Cid. La ruta del campeador rumbo a Alcocer debió ser por tierras del reino de Aragón, Ariza, Cetina y también por tierras de Ateca.
Los moros se encuentran temerosos. El Cid levanta sus tiendas, mandan a sus mensaderos cavar un foso a fin de reposar sin temor a un ataque. Pone sitio a la ciudad. Los de Alcocer no se rinden y los desterrados levantan tiendas, han pasado más de cien días, y les falta pan y agua. Abandonan el lugar. Los de Alcocer gritan jubilosos:
  • ¡El Cid huye! ¡El Cid se va!
Las puertas de la ciudad han quedado abiertas; de pronto Rodrigo ordena:
  • ¡Ataquen mis valientes! ¡Ataquen sin prisa! ¡A ellos darles muerte heridlos sin temor! ¡Si Dios nos ayuda la ganancia será nuestra! El triunfo es grandioso. El Cid ha vencido pero es piadoso con los derrotados.
Después de pactar con los moros el convenio con el Emir Fariz, que le da tres mil marcos de plata a Rodrigo, marchan de Alcocer a la orilla del río Jalón con su emblema desplegado al viento. Cruzan el río cerca del poblado de Calatayud, la antigua Bilbilis romana.
El Cid con un pequeño grupo de sus mesnaderos ciajó a Sarakosta, la actual ciudad de Zaragoza, donde visitó a su amigo el Taifa, Moctadiar, llamado también Aben Jafar Mamed I. De la familia de los Beni Hud.
Después el Cid viajó a Poyo que está sobre Monreal, donde es difícil que sus enemigos lo venzan. Permaneció allí unas quince semanas, con tributo pagado por la comarca del Valle de San Martín. Aquí se entera que Minaya ha sido perdonado por el rey Alfonso VI.
El Cid continuó sus conquistas, llega a Daroca también llamada “la perla de la Edad media”. Las algaradas del Cid siguieron por las tierras del bajo Aragón, asi que llegaron a Cella. Desde Poyo hace correrías. Una de esta correrías fue la ciudad de Teruel, que significa templo del toro. Esta ciudad es mudéjar. Los famosos fueros de Teruel son leyes escritas con que se gobernaban. El Cid y sus acompañantes se dirigieron al poblado de Alcañiz, ciudad de tambores que se rindió a sus pies.
Regresó Rodrigo a Poyo donde permanece otras quince semanas. Se le llamó Poyo de Mío Cid. El Cid y sus mesnadas habían ganado grandes riquezas, todos volvían alegres de sus correrías, pero principalmente Rodrigo y Minaya. Entonces el capitán Minaya, no pudiéndose contener dice:
  • Oíd caballeros, he de hablaros claro. El que no se mueve de un sitio se le acaba el sustento. Cabalguemos al amanecer, recoged las tiendas y adelante.
El Cid y los suyos abandonan el Poyo, y sus algaradas llegaron al poblado de Olocau del Rey. Volvió a internarse en paisaje turolense, hasta llegar al poblado de Iglesuela del Cid, situada a unos 1,400 metros de altitud. En la ermita de Nuestra Señora del Cid, Rodrigo y los suyos rezaron en su marcha a tierras de Levante. Llegaron a tierras de Huesa del Común.
Siguiendo la ruta del destierro llegamos a Montealbán poblado turolense donde permanece el mudejarismo. Inicia el Cid la conquista de toda la región levantina. Llega al pinar de Tevar, que se encuentra en la región de Morella. Es aquí donde el conde Ramón de Merenguer intentó derrotar al Vivar, quien con sus hombres luchan estoicamente. Berenguer hiere a Rodrigo, pero logra salir victorioso. El conde y cerca de cinco mil presos caen presos. En la batalla el Cid quito al conde una espada colada. Esta batalla trajo consecuencias; Berenguer II, hizo la paz y fue aliado del Cid. Denia, Lérida y Tortosa, pequeños reinos moros pidieron a Rodrigo su protectorado, y lo mismo hicieron reyes de Abarracín y Alpuente.
Han pasado los años y Rodrigo es hombre poderoso, temido y respetado por los reyezuelos de Levante, que lo llaman Mío Cide, que significa mi señor. Había ganado grandes botines. Un día Mío Cid llamo a su pariente y amigo Minaya y le dijo:
  • Querido Alvarez Fáñez, quiero que reúnas los cien mejores caballeros atavíalos lo mejor que puedas. Ve a Castilla, entrega al rey Alfonso VI estos presentes y trata de conseguir que me levanten el destierro.
Minaya contestó:
  • Señor no dudes que haré todo lo posible, también pasaré por Cardeña y entregaré a tu esposa regalos de oro y plata.
Minaya salió rumbo a tierras castellanas. Al cabo de pocos días estuvo de regreso en Zaragoza. Malas fueron las noticias, el rey acepto los regalos pero dijo que era muy temprano para levantar el castigo, y el rey tenía decidido ir contra tierras zaragozanas. A lo que Rodrigo contestó:
  • Minaya, Mutamín, debo decirles la verdad, con mi señor Alfonso, no quiero luchar.
Rodrigo prefiere huir que traicionar sus convicciones de hombre noble y leal. Zaragoza enterada de la situación, sale a despedir a el Cid y su amigo Mutamín. Mientras tanto en el castillo de Rueda se encuentran refugiados los Beni Hud; des de hace algunos años se haya recluido el tío de Mutamín, Modaffar, a quien Moctádir lo apresó para quitarle su reino. El alcalde de la prisión se rebela contra el taifa Mutamín y pide ayuda al Rey Alfonso, quien acepta para poder intervenir militarmente en Zaragoza.
Las tropas castellanas vienen mandadas por dos nobles guerreros Ramiro de Navarra y Gonzalo Salvadores. Días más tarde se presentó el propio Rey Alfonso VI. Al fracasar la rebelión por la muerte de Modáffar y al no tener apoyo, el alcaide planea una traición al rey de Castilla.
El 6 de Enero de 1083, Alfonso llega a Rueda con sólo unos cuantos hombres de su confianza, pero al llegar a la fortaleza son recibidos por los musulmanes con piedras y flechas. Mueren en la lucha el señor de Calahorra. Cuando Rodrigo se entera, se presenta ante su señor, que lo perdona y rogando le dice:
  • Querido Rodrigo, el que en buena hora nació, solo contigo cuento, Castilla esta llena de traidores.
El Cid deja la corte de Zaragoza y regresa a Castilla. Desgraciadamente no mucho tiempo había pasado cuando por envidias cortesanas Alfonso desea alejarse del Vivar. Rodrigo al darse cuenta de esto abandona nuevamente el lugar y vuelve a Zaragoza.
Zaragoza y Toledo temen que Alfonso cumpla sus amenazas. Rodrigo abandona Zaragoza. En los primeros días del año de 1085, Alfonso dirige sus tropas a Zaragoza sitiándola, dejando a esta ciudad en grandes apuros. Mutamín pide ayuda al Cid pero este se niega. Quiere negociar con Alfonso, quien contesta:
  • Mutamín el oro y las riquezas que me ofreces, así como la ciudad que gobiernas será pronto mía.
Por último le ofrece la ciudad a el Cid antes de que sea saqueada, pero Rodrigo no quiere pelear con su señor.
El 25 de Mayo de 1085, después de 6 años de combate, Toledo se rindió por fin a Castilla. En tantos siglos los cristianos jamás habían recuperado tanto terreno. Esto causó pesar a los musulmanes. Las tropas castellanas guerrean en Nivar, en los límites del reino moro de Granada.
Los reyezuelos moros envían embajadores a Burgos. Hablan con Alfonso, le ofrecen parias y admiten muchos un gobernador impuesto por el rey castellano. ¡Tanto es el poder de Alfonso! El Cid en cambio oscurecido, aguardaba resignado una oportunidad de mostrar lealtad y amor al rey.
El rey castellano envía al conde Minaya a Sevilla, para hablar con el rey moro Motámid Bilah, pero el moro no acepta las condiciones y acusa al rey de pedante. Esto hizo que el rey tornara sus ojos a Córdoba. Pretende apoderarse de la ciudad. Salvo Sevilla todos los reinos taifas se encuentran dominados por Alfonso VI. El Cid comprende que ahora no va a tener un lugar donde quedarse.
Pero entonces sucede un cambio confuso: La invasión almoravide mandada por Yúsuf Ben Texufin. El Islam surge victorioso en África. El verdadero soberano es el faquí Abadía, pero quien gobierna es Yúsuf, un anciano de 70 años, tez morena, voz atiplada con apariencia humilde. Los almoravides lo nombran gobernador al mostrar su estrategia militar.
Hasta España llega la noticia del nuevo caudillo árabe. Alfonso exigía más a los reyezuelos musulmanes. Esto ocasionó que pidieran auxilio a Yúsuf que cruzaría el Mediterráneo y desembarcaría en Algeciras. Ya en Sevilla emisarios y reyes moros acuden a su encuentro, aun los aliados del Rey Alfonso y del propio Cid.
¡España está en grave peligro!
Alfonso retira el cerco que había en Zaragoza para hacer frente al enemigo. Llegaron ejércitos de Francia a Italia, de Aragón, nobles, incluso Minaya, pero no lo hace con Rodrigo. ¡La guerra Santa ha empezado!
La batalla de Sagrajas va a iniciar. Yúsuf inicia el ataque, pero Alfonso va al frente con sus tropas, que arrollaron en los primeros tiempos, mas de pronto por la retaguardia cristiana las tropas de Yusúf caen sobre el campamento y lo destroza. Alfonso en vez de retirarse arremete a los africanos, pero eso no basto y las tropas Yusúf arrasaron abrumadoramente. La derrota del mejor ejército alfonsino queda sellada. Al otro día Yusúf ordena cortar la cabeza de todo cadáver cristiano, para después llevárselas y colocarlas en muchos sitios de España, para que la cristiandad vea el poder de Alah. Yusúf se hace llamar “principe de los musulmanes”. Pero le llegan malas noticias de áfrica, su hijo muere en Ceuta, y olvidando el triunfo vuelve a Marruecos.
Alfonso en cambio está reponiéndose de sus heridas. Piensa que el único que puede vencer las fuerzas moras es Rodrigo. Al fin en 1087 la reconciliación entre el vasallo y señor se realiza en Toledo. Al legar Rodrigo a esta ciudad se encuentra ante su Rey y, se postra, mostrando lealad. Alfonso mándale levantar, pero Rodrigo responde:
  • Señor Alfonso, mi único rey, yo, el Cid campeador te agradezco, tanto como mis mesnadas que están a mi alrededor.
Rodrigo besa las manos de su señor y la abraza. Después parte con su rey a tierra burgalesa. Cuando llegan a Burgos el pueblo los recibe entusiasmado, solo el Conde García Ordóñez tiene envidia y rabia. Luego de un año el Cid se oscurece al lado de Alfonso. Sucede ahora que el taifa Alhajib de Lérida tiene sitiada a Valencia. Sevilla y Badajoz se convierten en prósperos señoríos.
Rodrigo es enviado a Zaragoza para explorar todo el Levante. Su mira es tomar Valencia. Cuando alhajib, se entera que Rodrigo viene acompañado de Mostain, retira sus tropas. El de Vivar toma Murviedro, Jérica, Almenara, Liria y otros sitios más.
Al llegar a Jérica comienza a guerrear e la costa de Azahar. El Cid y sus mesnaderos llegaron al castillo de Onda. Burriana fue una ciudad importante en los tiempos del Cid. El Cid llegó a Almenara donde hoy se muestran algunas murallas y restos de un castillo medieval, posterior a la época del Cid. Las mesnadas cidianas pusieron cerco a Murviedro en Junio de 1093 quedando en completa seguridad.
El Cid se encaminó a Cebola, hoy llamada Puig, que tiene un monasterio de la virgen del Puig del año 622, regido por mercedarios. Antes de tomar Valencia, el Cid ha cercado lugares cercanos, entre ellos Peña de Cadiella, amplio territorio que se extiende desde Tortosa a Orihuela. Quita, la antigua edetania a los moros, tiene dos rios el Turia y de Júcar que fueron aprovechados.
Pasa después al castillo de Juballa. Rodrigo y sus mesnadas toman los arrabales de Villanueva y la Alcudia. Construyen una fortaleza en Villel, para no cerrarse las vías de comunicación a Zaragoza. Es un cerco cruel competo y largo como la cuaresma. Las tropas cidianas están tan cerca que lanzan piedras sobre los muros de Valencia.
Era el mes de Junio de 1093. Los moros esperan noticias de Yusúf que ha llegado al frente de sus almorávides. Rodrigo se entera y pretende liberar el asedio que hace a la ciudad de Valencia. Han entrado hasta Alcira, se dirigen a Almocafes, pero cuando Rodrigo se apresta a atacarlos, los africanos se retiran. Cada día más el Cid estrecha el cerco. Rodrigo pretende negociar la ciudad. El rey Ben Jehhaf le escribe diciendo “que la ciudad pertenece a Yusúf, emperador de los almorávides, por haberla ganado en buena lid, pero si vos quieres ser vasallo suyo, yo os ayudaré de buena gana para que logréis la gracia y el favor del poderoso Emir”.
Rodrigo molesto ante tal proposición combate con mayor fuerza y éxito. El Cid reúne a sus tropas y se prepara para la batalla final. La batalla es furiosa, los moros no pueden resistir. El cerco se rompe en mil pedazos y la ciudad se rinde. Junto a las puertas de Valencia se agrupan los vencidos. El Cid entra primero, lleva la espada colada, fuera de la guarda. Esta es su gran victoria. Los moros de la ciudad llegan a su encuentro y le besan las manos. El Cid así ha hablado:
  • “Yo soy el hombre que nunca tuvo un reino ni nadie de mi linaje lo ha tenido, y pues gané Valencia, he de obrar con justicia. Deseo remediaros y curad vuestros males, pues lamento de veras la miseria que habéis sobrellevado. Quedaos en vuestras tierras muy seguros que cada una vaya a sus heredades, y poséalas como solía. Yo deseo por mi mismo entender en vuestras cosas, ser para vosotros tal como un compañero, guardaros así como el amigo guarda al amigo y el pariente al pariente. Y siempre que tengáis querella unos con otros, yo os haré justicia”.
Con sus palabras el Cid convenció a los moros. Rodrigo Díaz de Vivar se convirtió en señor de Valencia el 15 de Junio de 1094. Para su desgracia no eran épocas de paz, le pasó al rey de Marruecos la prosperidad a Don Rodrigo.
Yusúf junta un ejercito de 150,000 hombres al mando del general Mohamad. Al arribar saltan a tierras de Valencia donde destrozan huertos y lugares cercanos. El rumor del arribo llega a Rodrigo que exclama:
  • Loado sea Dios, creador y padre Espiritual. Todo lo que poseo lo tengo adelante. Con grandes afanes gané Valencia, que hoy tengo por heredad mientras viva. Mi esposa y mis hijas me verán lidiar.
El 14 de Octubre de 1094 se inició la batalla. Los castellanos atacaron por el llano del cuartel, destrozado a los sarracenos. Yusuf de Marruecos ha sido derrotado. La cristiandad estaba feliz. Etra en Valencia con la cofía fruncida sobre el noble Babieca, con tizona en la mano.
En el año de 1097 las hueste africanas amenazaron de nuevo, por lo que Rodrigo pidió ayuda al rey de Aragón, Pedro I. Se trasladan ambos al castillo de Peña Cadiella lugar estratégico. Al regreso se encontraron en Bairen con un ejército almoravide, al que vencen. Pero los africanos no se detenían, llegan a tierras Toledanas, donde vencen a Alfonso muriendo en esta batalla el hijo de Rodrigo, Diego.
El Cid campeador fue señor de Valencia hasta su muerte en el año de 1099. La ciudad fue defendida por Ximena hasta el año de 1102. Se ha dicho que el Cid murió el domingo 10 de Julio de 1099, a la edad de 56 años. Sus mesnaderos trasladaron su cuerpo al monasterio de San Pedro de Cardeña. Los restos de Rodrigo y Ximena estuvieron ahí por 770 años. En el año de 135 fueron llevados a Burgos, porque se temía una profanación de los restos. Guardados en la casa de la ciudad en el año de 1921, el sepulcro actual se encuentra en la catedral Burgalesa.